jueves, 6 de julio de 2017

6. Nuevo ingreso

El sábado fue muy extraño para él, todo domingo no pasó nada. Por ese único día, su vida pareciera haber vuelto a ser normal, todo, absolutamente todo regresaba a su lugar y no oscilaba entre mundos.
         Pero el domingo se había terminado. ¡De regreso a la escuela! Era lunes, 1 de febrero. Era uno de esos extraños días en los que hasta gusto le daba ir.
          Desde que llegó, el compañero que se sentaba detrás de él le dijo que se habían propagado rumores de que una muchacha nueva iba a comenzar a estudiar con ellos, y que podría ser posible que fuese desde ese mismo día.
         Muchos esperaban, estaban ansiosos por conocer a la nueva estudiante extra temporánea; su idealización era que fuera una chica bonita, carismática, inteligente, amable y con una muy buena figura; el tipo de chica ideal de los trovadores enamoradizos, idealistas de grandes utopías.
         A él en lo personal no le interesaba, estaba disfrutando de su día sin anomalías. Y así fue hasta que por fin llegó. Cuando la vio entrar, sus ojos incrédulos casi se salen de sus cuencas: era esa chica.
         Estaba tan impactado que sus sentidos no percibieron nada en el instante en que le hicieron presentarse ante el grupo. No escuchó su nombre.
         Le asignaron un lugar a la derecha del muchacho. Se acercó y tomó asiento.  
         Un rato después se dio cuenta de que lo miraba de reojo, discretamente... era la misma mirada curiosa de la ocasión del coche, pero esta vez… parecía como si fuera la primera vez que lo veía, su mirada era determinada, como tratando de descifrar el misterio de su existencia.
         Into the black you are tracing the riddle where no man’s been, no turning back, no more lost in the middle... Eran las líneas que canturreaba fingiendo no importarle su presencia. Era una canción que sentía que describía muy bien la situación en la que se encontraba.
         Volvió a estar muy tenso, quería sacar de su cabeza las cosas extrañas que ella le estaba haciendo recordar, quería cazar y desechar esas ilusiones. Quería ignorarla, sentía miedo, quería irse… pero también sentía una enorme y excitante curiosidad.
         Ni ella ni él salieron durante el receso, se quedaron sentados en sus lugares. Su cabeza tenía ya demasiadas cosas dentro y en una fuga de ideas, volteó hacia ella y le dijo en tono irónico:
         — Tú y yo ya nos habíamos conocido hace días, ¿verdad?, no hay necesidad de que yo me presente.
         Ella lo miraba con enormes y brillantes ojos, parpadeó varias veces como para comprender lo que trataba de decir.
         ¡Demonios! pensó. Si él realmente estaba loco, tal vez todo había sido un sueño y ahora había quedado mal frente a esta nueva alumna. Se sintió un idiota, su cara lo delató. 
         — Es cierto... te conozco, creí que me habías olvidado —o creído que no existía— no hay razón para fingir que no nos hemos visto antes, ¿no es así? —le respondió sonriendo.
         Se quedó aún más intrigado de lo que ya estaba, no sabía si tomarlo como una ofensa, si le estaba siguiendo el juego o si lo decía en serio. Sólo podía mirarla como un tonto, intentando comprender lo que dijo. Un juego de ajedrez que probablemente había comenzado con un movimiento erróneo.
         Se quedó en la escuela después de terminadas las clases. Quería librarse del estrés y no llegar pronto a casa, eran las cuatro de la tarde y el cielo anaranjado brindaba calidez. Era todo un vago, se fue a meter a un salón desocupado. Estuvo un buen rato ahí solo, perdiendo el tiempo mal sentado en un pupitre y con los pies sobre otro.
         Un rato después ella entró al aula... ¿qué hacía ella aún en la escuela a esa hora? Pareciera que quería decirle algo. Se quedaron mirándose durante unos cuantos segundos, ella al final le dijo: hablemos luego. Se fue apresuradamente.
         Esa chica, esos hechos le eran todo un misterio.
         El día rápidamente se tornó gris, frio, tormentoso; él estaba paralizado por el cambio repentino de temperatura, ya no quería seguir ahí. Como pudo intentó levantarse para caminar a casa, pero a medio camino cayó de rodillas en los charcos de lodo formados por la lluvia. Se quedó hincado ahí unos instantes con la cabeza baja, ya no sabía qué pensar, qué creer ni qué hacer. Era realmente una molestia pensar que ahora se fuera a enfermar. Se conocía muy bien, se pone terrible cuando hay cambios bruscos de temperatura. Sin embargo ahora tenía una pregunta que no podía contestar: el porqué de la existencia de ella y su camino cruzado con el suyo.
         Llegó a su casa empapado. Tomó un baño, se puso ropa limpia, la lluvia ya había cesado.

***
La tarde transcurrió y dejó atrás un fuerte bochorno. Era una tarde muy solitaria que pronto tornaría en noche. Afuera no pasaba nada. Todos se dedican a terminar una monótona rutina doméstica o laboral, tal vez con intenciones románticas fracasadas o relaciones rotas. En cambio él se siente deseoso de salir a perderse, caminar un rato sin rumbo para dejar sus problemas olvidados en las calles de la pronto resplandeciente ciudad.
         Sentía la necesidad de comunicar aquello que le había sucedido, pero no sabía quién podría escucharlo sin criticarlo o creer que estaba consumiendo algún tipo de droga… su mejor amigo estaba muy ocupado últimamente y con metas personales en proceso de cumplirse. Entonces rápidamente pensó en su madre.
         Su madre era la única familia que tenía para apoyarse. Su nombre era Adelaida. Una mujer jovial de 47 años, poseedora de gran carisma, muy inteligente, intuitiva, cariñosa, muy sensible pero alegre y determinada ante toda adversidad. Chaparrita, su pelo teñido de castaño claro le llegaba a la espalda alta, de voz suave pero fuerte, la cual podría reconocer entre todas las mujeres del mundo.
         El pensamiento brincó de su madre a su padre. Se llamaba Ángel. Él murió en una explosión de gas que hubo cerca de donde trabajaba cuando Leo era un niño pequeño. Su madre dice que él siempre dio lo mejor por ellos en la medida que le fue posible, aunque nunca soportó ni pudo corregir el mal comportamiento de su hermano.
         Su hermano mayor… su nombre era Roberto. Nunca se llevaron bien… tenía varios recuerdos sobre incidentes en los que su hermano le había hecho daño, que sobresalían de lo normal, iban más allá de alguna travesura inocente. No se sentía orgulloso de que la manía de ser un vago fuera por causa suya, ni de que hubiera sido condenado a cadena perpetua por un cargo de homicidio, violación… pedofilia y robo menor a un centro comercial Wall-Mart. Al menos pudo hacer algo bien: compró un departamento durante el tiempo que trató de enderezarse. Pero cuando fue privado de su libertad, Leonardo quiso ocuparlo.
         Roberto honestamente era un idiota.

         Regresando al pensamiento inicial, tenía muchas ganas de contarle todo a su madre, sobre todo el último incidente: Ella había comenzado a estudiar ese mismo día en su escuela… en su grado… en su área… en su salón.

jueves, 29 de junio de 2017

5. El comienzo

La tensión que ella generaba crecía mientras el sábado avanzaba. Ella ya era la mayoría de sus pensamientos.
         ¿Cómo se supone que me la sacaré de la cabeza? Ella podría estar relacionada con la entidad o ser esa entidad, ese espectro que me acecha, que me sigue curioso a cada paso que doy… —sacaba sus conclusiones. Tal vez su existencia revolucionaría la suya.
         Se encontraba jugando un videojuego, su departamento era un desastre, pero no quería ponerse a limpiar durante una tarde gris de otro frío viernes. Después de un largo rato sin lograr pasar de nivel, comenzó a sentir hambre. Su apatía había llegado a un nuevo límite, mandó todo a la porra.
         — El hambre es canija, pero más quien se la aguanta… pero yo no lo soy. —Dijo mientras iba a la cocina. Hubo un momento en el que miró el reloj y justo antes de poder leer la hora, sintió que el tiempo de nuevo se detuvo. Se sintió mareado… al recuperarse del momentáneo mareo, quiso volver, pero lo que vio lo dejó helado… vio a alguien tirado en el piso frente a él, como su hubiera sido víctima de un desmayo… se vio a sí mismo.
         Tembló de miedo cuando el timbre de su casa sonó. Estaba de verdad aterrado, sólo podía pensar que esta vez probablemente estaba muerto.
         Fue a tratar de abrir la puerta. ¿Será que soy un fantasma?, ¿de esos que hablan esos programas de cosas paranormales? —pensaba. Para su sorpresa no vio a nadie. Cerró. Estaba tan pasmado, nunca se había planteado estar así, no sabía cómo reaccionar a esa situación. Caminó hacia donde estaba su cuerpo tirado, pero este ya no estaba. Esto hizo estremecer hasta lo más recóndito de su ser, dejó salir el grito de desesperación que desde minutos atrás estaba tratando de contener.
         La puerta volvió a ser tocada, esta vez repetidas veces y más fuerte
         Lentamente controló su extrema ansiedad y caminó hasta la puerta para volver a abrir
         No podía creer lo que veía… tenía frente a él a la chica que había visto en sus sueño, durante su última estadía en ese mundo en el coche. Se aterró tanto como jamás lo había estado en su vida, tanto que le hizo verdaderamente perder la calma, romper una ventana y saltar... Se golpeó en la cabeza, milagrosamente no quedó inconsciente.
         Corrió y corrió como pudo, aguantando la palpitante sensación de dolor en su cabeza por entre las calles que estaban de nuevo vacías. Sentía sus piernas entumecidas, el cuerpo pesado, sentía que no avanzaba. Creyó que se desmayaría del dolor.
         Llegó a un pequeño establecimiento en la esquina de una cuadra, una tienda de convivencia. No había nadie.
         No recorrió gran distancia, sin embargo ya no sabía en dónde se encontraba.  
         Cuando creyó poder estar más tranquilo, se recargó en un estante para intentar terminar de recuperar el aliento, el sudor le rodeaba la cara, sentía los latidos de su corazón en todo su cuerpo.
         Se dio cuenta que un poco de sangre goteaba de su cabeza. ¿Fue cuando caí? Debe ser la razón por la que siento que mi condición se entorpece —dijo casi sin lograr articular las palabras.
         ¿Quién?, ¿quién es la persona que estuvo en mi casa?, ¿qué es lo que quiere?, ¿Por qué estaba ahí?, vaya, creo me estoy volviendo loco, ¡loco! —Fue lo último que pensó antes de acabarse su energía y todo oscureciera.

***

Despertó. Tenía una venda en la cabeza, escuchaba gotas caer en un recipiente. Estaba en un hospital. Todos los demás pacientes lo miraban.
         Definitivamente nada de esto es normal, ¿quién me trajo al hospital?, ¿fue real lo que viví antes de perder el conocimiento?... ¿¡Es todo esto real!? —Palpó su cabeza en busca de dolor, de rastros de sangre, pero no encontró evidencia de lo vivido en el otro mundo.
         Pasadas unas horas, él se encontraba todo pensativo en la cama... todo estaba en silencio. Miraba avanzar las manecillas de un gran reloj colgado en la pared que estaba frente a él, se percató que a su lado, en un recipiente de cristal, había una flor.
         Una mujer mayor, paciente también, lo miraba desde la cama de al lado, tenía una sonrisa en su rostro.
         — Eres un jovencito afortunado —le dijo sonriente.
         — No entiendo… ¿qué es lo que quiere decir?
         — Es bueno que haya alguien que se preocupe tanto por ti. Aunque lo ideal hubiese sido que algún familiar tuyo te haya traído.
         — ¿Qué está diciendo?
         — Que tienes a alguien que está para apoyarte en todo momento… y fue quien te trajo aquí.
         Eso si no se lo esperaba, ¿quién lo habría llevado al hospital, si no fuese su madre?
         Entró una enfermera:
         — Martínez Leonardo Saavedra, ya llegó su responsable, por favor espere un momento.
         Unos segundos después apareció por la puerta esa chica que varias ocasiones había estado viendo en sus sueños o alucinaciones.
         — Buenos días —saludó.
         Sus ojos estaban bien abiertos, ahora ya no tenía dudas, era ella a quien había visto en otro plano, era ella quien le causaba tanto temor, quien casi lo mata de un susto.
         Se sentó en un banco al lado de Leonardo.
         — No te asustes, no voy a hacerte daño —le dijo de forma jovial.
         — Lamento que haya tenido que suceder así… realmente nunca tuve la intención de matarte del miedo.
         No pudo evitar sentir aún más miedo. Con el limitado movimiento de sus brazos trató de zafarse para salir de allí, pero ella lo detuvo poniendo sus manos sobre sus hombros.
         — Oye, tranquilo, yo sé que tienes muchas preguntas, y que tal vez no entiendas nada de lo que sucede pero… de momento no hagas el ridículo otra vez niño.
         Definitivamente era ella.
         Comenzó a invadirlo la angustia, ella lo notó rápidamente.
         — Escucha…no sientas miedo hacia mí… bueno, es normal que estés así después de todo… ya habrá tiempo de hablar, muchacho. —le sonrió.
         Era la primera vez que veía una sonrisa como esa, tan extrañamente relajante. Esto lo quiso hacer creer que no era una mala persona –o lo que sea que fuese— o al menos lo intentó, pero… ¿cómo saberlo, si ni la conocía?  Ella siguió sonriéndole cálidamente mientras trataba de entablar una conversación para generar confianza —en la que él no cooperaba— y luego, cuando finalizó el tiempo de visitas, se marchó.
         Una vez más el silencio, el silencio reinó en el cuarto de hospital.


         ¿Cómo es que me ha encontrado?, ¿por qué existe dentro y fuera de aquél lugar?, ¿quién es ella?, ¿todo lo vivido en ese lugar es real?, ¿o no?, ¿es ella la prueba de ello?, necesito ayuda… —recitaba lo mismo una y otra vez de la manera en que un cotorro repite las frases que le fueron enseñadas por sus dueños. Pasadas unas cuantas horas, por fin quedó dormido.

4. Preámbulo

La chica anhelaba tanto querer a alguien más. Deseaba con todas sus fuerzas alguien que estuviera con ella, que la escuchara, la aconsejara, alguien que la confortara, que la comprendiera… alguien a quien ella pudiera querer y que le quisiera de igual manera. Alguien que le dijera “no te rindas”. Deseaba encontrar a alguien así, pues nunca había recibido esa atención y cariño de su familia.
         La chica se iba a dormir siempre con hartas ganas de que algo así pasara. Ella también podía sentir cómo entraba en otro plano, dejando su cuerpo físico atrás. Al parecer sus ganas de abandonar la realidad la habían hecho lograr esto varias veces.
         Esta última vez, cuando se vio en este tipo de realidad alterna, quiso perderse en ella. Vagó por entre las calles desiertas de la ciudad repletas de espesa niebla. Recordó los sucesos de las últimas veces que se desdobló: creyó haber escuchado algo, o a alguien.
         Siempre había creído que estaba sola hasta la primera vez escuchó algo en una calle. La segunda vez fue en el pasillo de un edificio de la escuela preparatoria a la que próximamente asistiría. Esto le dio un motivo para aprovechar su estadía en ese lugar: curiosidad.
         Por horas vagó las calles en silencio y con cautela, como lo había hecho una y otra vez hasta ahora en la vida real. Tenía la intención de encontrar, de averiguar si existía algo o alguien más en ese lugar.
             ¿Hay alguien que pueda oírme? —gritó.
         Su eco llenaba el vacío del espacio-tiempo. Después de un rato, se cansó de caminar. Frente a ella pudo distinguir un objeto, parecía un vehículo. Cuando se acercó para verificar, vio que efectivamente se trataba de un automóvil. Con su mano abrió una de las puertas traseras y entró en él. No tenía seguro… ¿Qué estoy haciendo? Quién lo diría… es aburrido estar igual de sola siempre. —se acurrucó en el asiento y cerró los ojos, como si estuviera preparándose para dormir.
         Si alguna persona pudiera verla, diría que proyecta cierta pena, pero también ternura.
         Estuvo así durante varios minutos hasta que escuchó que la puerta se abrió. Cuando volteó su mirada pudo ver a un muchacho. Lo miró detenidamente sin mover su cabeza, parecía estudiarlo, como se estudia a un espécimen de una especie extraña. Cuando él se dio cuenta que era observado, se asustó y salió huyendo.
         — ¡Espera! —le gritó ella mientras apresuradamente salía del coche, pero él ya iba bastante lejos como para escucharla. Trató de alcanzarlo, pero le perdió el rastro.
         ¿Podría acaso esto significar… el comienzo de algo?, ¿será posible que…? —se dijo a sí misma. Esbozó una leve sonrisa hacia el horizonte al pensar que, de alguna manera, ya no estaría del todo sola en ese otro mundo. 

miércoles, 28 de junio de 2017

Base de batería metal 190 bpm

Buenas tardes gente metalera, aquí les dejo una base de batería creada por mí, espero pueda servirles para lo que ustedes quieran.


domingo, 19 de marzo de 2017

Tu Amor Es Malo

Día tras día la veo sonreír
Si la pudieras con mis ojos ver
No dirías que el sueño de un niño febril
¿Dices que lo que siento está mal?
¿No puedes ver que crece aún más?
Ángel de silicona, eres mi ilusión

Ojos fríos, pálidos labios y piel
Pálido es tu deseo

Eres la única, día tras día
Bajo tu hechizo estoy y tú no me ves
Tu amor es malo
Eres la única día tras día
Soy caminante y tú la lluvia
Tu amor es malo

Siento que observas mi cada mover
¿Por qué mentirnos a los dos?
Tu languidez brilla a través de un muro de cristal
Nadie te tocaría como lo haría yo
Nadie nos detuviera, si pudiera yo...
Llegar al cristal, pretendes no escuchar

Ojos fríos, pálidos labios y piel
Pálido es tu deseo

Eres la única, día tras día
Bajo tu hechizo estoy y tú no me ves
Tu amor es malo
Eres la única día tras día
Soy caminante y tú la lluvia
Tu amor es malo.

-Your Love Is Evil - Avantasia.


3. Excentricidades

Despertó antes de que sonara su alarma. Se había pasado toda la primera semana de ocioso. Viernes, 29 de enero. Los rayos del sol que se colaban entre las persianas de la ventana caían directamente sobre su rostro. Se había despertado sintiéndose mucho mejor... pareciese como si todo hubiese sido sólo un mal sueño. Comenzó su rutina nuevamente y corrió camino a la escuela.
         Se percató que era otro día ordinario, ahora estaba casi seguro que el recuerdo de esa entidad había sido sólo un sueño.
Al llegar, se dio cuenta que era mucho más temprano de lo que pensaba; casi no había alumnos, ni siquiera los profesores habían llegado. Se dirigió a su salón de clases. Al entrar y encender la luz, pudo apreciar que todos los pupitres estaban vacíos, a excepción de uno. ¿Quién habría llegado antes que él?
         Ese pupitre tenía encima una mochila color púrpura con algunos accesorios muy peculiares, obviamente era la pertenencia de una muchacha, pero ninguna compañera suya tenía un estilo como ese. Supuso que a alguna de ellas le dio por cambiar su estilo o algo así.
         En lo que todos llegaban, esos treinta minutos antes de empezar las clases se tornaron en la espera más aburrida... pensó en fugarse para ir a jugar videojuegos en las maquinitas en alguna de las tiendas de los alrededores, pero… recordó que no hay tiendas abiertas a las 6:40 de la mañana… y honestamente tampoco tenía tantas ganas.
         Estaba por quedarse dormido, pero lo despertó una sensación de abandono y un susto al darse cuenta de que en vez de que las manecillas del reloj de la pared avanzaran, ¡retrocedían! y al cual retrocedía el tiempo en el reloj, iban llegando compañeros y se iban otros. Era como la escena de una película, el tiempo de ellos era muy rápido, entraban y salían como fantasmas incapaces de darse cuenta que él estaba ahí sentado. Llegó el momento en que el tiempo se congeló de nuevo por completo... el universo cambió de color. Vio una silueta merodeando afuera a través del cristal de la ventana, era de nuevo una silueta humana que en cierto punto se detuvo y se quedó inmóvil por unos instantes. Quedó paralizado, la misma sensación del fuego en su sangre le recorría de pies a cabeza.
         Cuando apreció que el individuo afuera se iba, sintió el impulso de pararse y encarar a quien quiera que estuviese afuera y comenzar a resolver tal enigma, pero por otra parte se decía que era arriesgado, que no sabía con quién o con qué se iba a topar afuera y que todo podría acabar mal.
         Al fin se decidió, saltó de su asiento y corrió desesperadamente hacia la puerta para abrirla.
         — ¡Espera! —gritó, pero la forma ya no estaba.
         Abrió sus ojos, como si recién despertara de un sueño, pero se encontraba recostado sobre su pupitre —no recordaba haberse dormido nunca. Al parecer la clase ya había comenzado, y su profesora estaba llamándole la atención. Podía sentir la mirada pesada de todos... al parecer nadie se percató de la presencia del ente, mucho menos de su ausencia; había desaparecido así como así junto con la tan curiosa mochila. ¿Tienen alguna relación esa mochila y todo lo que está sucediendo?
         El resto del día fue agotador para él, pues se impartió clase de educación física y cálculo. Llegó a casa muy cansado.
         — Demonios… no quiero hacer nada.
         Se puso a ver la tv, y aprovechando que era viernes, se desveló viendo programas estúpidos.
         Se fue a dormir sin cambiarse de ropa. Tuvo un sueño. Estaba él frente a un coche negro, no parecía de metal,  sino de un material semi-translúcido, parecía que estaba hecho de agua o de plasma. Tomó la palanca de una de sus puertas —le sorprendió que las cosas materiales fueran tangibles— y entró. Dentro de este vio a una muchacha, estaba acurrucada en el rincón del otro extremo del asiento trasero, dándole la espalda. Esto le intrigó, pero también le dio miedo, no sabía si atreverse a hablarle o irse.    
         Ya no sabía si iba a acceder seguido a ese extraño mundo hasta en sus sueños, si se trataba de alguna otra dimensión o si estaban manifestándose las consecuencias de los golpes que sufrió la vez que lo atropellaron con una bicicleta cuando era un niño pequeño. Suspiró. De pronto sintió una mirada sobre él… lentamente volteó. Vio unos ojos, unos ojos verdes con enorme brillo interior. Sin embargo, ella le causaba una inefable sensación de temor. Impulsivamente salió del auto y corrió... corrió como si su vida dependiera de ello… se escondió en la oscuridad y aparente seguridad de un callejón.
         Se dio cuenta que huía de todo y de nada. ¿Esa chica me provocó el mismo temor que la extraña entidad? —ahora todo en su cabeza daba vueltas, nada parecía estar en su lugar.

***

Despertó acelerado, sudando frío, jadeando. ¿Qué era esto? eran las 4 de la mañana; apenas y había dormido al menos 120 minutos. De nuevo, fue todo un sueño.
         Las cosas parecían desencajar y revolver todo lo que era parte de su conocimiento. ¿Quién era?, ¿qué hacía aquí?, ¿qué papel jugaba en mi vida? —balbuceaba, la duda del propósito de su existencia era cada vez mayor. ¿Qué era todo esto?
         No pudo seguir durmiendo esa noche... al fin y al cabo el viernes ya se había terminado. Fue al refrigerador, tomó la leche, el chocolate, helado, todo lo que pudiera comer y pasó el resto de la madrugada sentado frente a la televisión encendida hasta que volvió a quedarse dormido. Amaneció con un terrible dolor de estómago, tenía diarrea y comenzó a vomitar mucho, sin embargo los pensamientos no se habían ido.
         El recuerdo de esa chica, de la mochila y de la entidad seguían en él y le hacían sentir extraño. ¿¡Pero quiénes... o qué rayos eran!? —se repetía buscando respuestas.

Cuando se sintió mejor, quiso salir a tomar un poco de aire fresco para despejar su mente. Se abrigó bien, y salió a caminar, disfrutando de un sábado muy fresco.

domingo, 12 de marzo de 2017

Base de batería - Rock Pop - 135 BPM


2. Melancolía

Pasaba de la media noche. Las cortinas grises a medio correr de una de las ventanas de la sala dejaban ver la fuerte y ruidosa tormenta de afuera, cuyo bramido se hacía casi mudo desde adentro. El vidrio estaba empañado y se notaban en él varios caminos hechos por gotas de agua y frio.
         Creo que otra vez lo hice… creo que alguien me vio, alguien me habló… ¿qué pudo haber sido? dijo ella con un volumen muy bajo desde el otro lado de la puerta de una habitación. Era una voz suave, dulce y amodorrada que llenaba la total  penumbra.
         Por debajo de la puerta apareció un haz de luz blanca, se escucharon algunos pasos y finalmente, la melodía de inicio del sistema operativo de una computadora.
         La chica abrió la puerta y salió de su habitación. A paso ligeramente apresurado se dirigió a la cocina sin prender luz alguna en su camino, se sirvió un poco de agua y después de beber ininterrumpidamente carraspeó, como para quitarse alguna sensación amarga o tajante.
         Tengo que calmarme… ¿qué fue eso? —volvió a hablar para sí misma con un tono suave y tranquilo para darse confianza.
         — Bueno, no importa… será mejor olvidar todo esto, sólo asumiré que fue un sueño extraño.
         Dejó el vaso en el fregadero. Se dirigió al baño, abrió el grifo y se echó agua en la cara como para enjuagarse los vestigios del sueño. Se vio a sí misma en el espejo. No veía nada diferente o extraño en ella: una muchacha de 21 años, de tez clara, pero no blanca, con marcadas ojeras, las mejillas ligeramente enrojecidas y los labios resecos por el frio, vestida con un pijama rosa pastel con pequeñas jirafas.
         Delgada, 1.62 de estatura, de grandes ojos verdes con forma de almendra y facciones armoniosas. Podía apreciar su cabello suelto, largo y castaño claro que pareciera tornarse de lacio a ondulado en algunas partes cerca de las puntas. Estaba descalza.
         Después de unos segundos de trance, reaccionó, cerrando el grifo apresuradamente. Regresó a su cuarto y cerró la puerta con seguro a pesar de que no había nadie más que ella. Eso le daba cierta seguridad.
         Abrió un cajón de su pequeña y ordenada cómoda. Sacó una libreta pequeña de pasta negra y un lápiz, se sentó en el centro de su colchón buscando estar cómoda. Comenzó por escribir la fecha y la hora aproximada.

***

         Miércoles. 27 de enero de 2016.
         He soñado algo extraño, tanto como para sentir una perturbación dentro del sueño y querer escribir esto. Puedo recordar varios detalles… —escribía. Después lo reescribió, esta vez en el editor de texto de su computadora portátil mientras se reproducía su selección de música clásica. La noche seguía transcurriendo. Cuando vio que dieron las 3 de la mañana, decidió que era tiempo de dejar de escribir y volver a dormir.
         Apagó su laptop, la cerró y la tomó con una mano, con la otra tomó su libreta y el lápiz. Se levantó, dejó la computadora sobre su pequeño escritorio de madera y fue a guardar su libreta y el lápiz de nuevo en el cajón. Apagó la luz y finalmente se metió en la cama para cubrirse con el grueso cobertor.

         Vaya manera de prepararme para el nuevo inicio… quedándome despierta hasta tarde perdiendo el tiempo... y eso que entro a destiempo debido a que hace poco que vivo en este lugar. ¿Qué estoy haciendo? Según yo comenzando a ser libre pero, ¿por qué me siento tan vacía? Oh, si… debe ser por eso… por ellos… —filosofaba con un volumen apenas audible para ella debido a la tormenta afuera.
         Tú eres mi única compañía, mi único escucha y amigo. Gracias por soportarme durante tanto tiempo. Si tan sólo estuvieras vivo… sé que encontraré a alguien algún día que me ayude a romper con esto. —le dijo tan melancólicamente a Miel, su pequeño oso de peluche que alguien le había regalado en su noveno cumpleaños.

         El sonido de la lluvia la arrullaba, una lágrima brotó de uno de sus ojos y rodó por su sien antes de quedar dormida abrazando al oso de peluche.

domingo, 5 de marzo de 2017

Luisa e Ismael


Ana y Gabriel


1. La primera alteración

Esa mañana algo fuera de lo común sucedía. Sentía como si se hubiera bañado en fuego, víctima de un intenso ardor por doquier. No ha de ser nada grave, tal vez sólo sea el comienzo de una ligera fiebre —pensó; así que comenzó con sus actividades rutinarias. Se bañó, se preparó para ir a la escuela y se puso en marcha.
         Estamos hablando de Leo, Leonardo Martínez. Un muchacho de 18 años de edad, delgado, trigueño, su estatura oscilaba entre 1.68 y 1.70, depende del momento del día. A veces quisiera sentirse más alto de lo que su genética le permitiría ser.
         Un muchacho común, no gustaba mucho de leer libros de poesía, pero si algunos artículos interesantes en internet sobre astrología, las pseudo-ciencias, misterios, ocultismo, política, economía, sociales etc. Sus dormilones ojos color marrón oscuro y su delgada y derecha nariz daban a su rostro cierto toque de serenidad e inocencia que no se alejaban mucho de su forma de ser, incluso infantil a veces. Su cabello también castaño oscuro medianamente largo al estilo despeinado, proyectaba parte de su personalidad.
         No era tan bueno en la escuela, ni social ni académicamente.
         Recién estaba comenzando su último semestre. Podría decirse que desde antes se había hecho de una “mala fama” por ciertas acciones no del todo buenas moralmente, pero era lo suficientemente eficiente como para ser un alumno regular.
         27 de enero. Un día como cualquier otro: caminito de la escuela, apurándose a llegar,  con su libro bajo el brazo va todo el reino animal —canturreaba en su cabeza, disfrazando su lado infantil con un gesto bastante serio en su cara mientras caminaba  —precisamente— hacia su escuela.
         Justo después de sentir un repentino auto abandono, similar a la sensación de estar cayendo mientras se está durmiendo,  se dio cuenta de que algo raro estaba sucediendo  —eso, o era él que iba caminando todo zombi—. El clima y la hora eran exactamente iguales a los del día anterior, le pareció estar viendo, haciendo y sintiendo de nuevo lo mismo que antes. Era como un déjà vu, parecía como si nada encajase. Comenzó a notar algunas cosas: no podía pasar desapercibida la existencia de una densa niebla que limitaba mucho su visión, no se escuchaba que hubiera coches pasando, ni gente caminando a su alrededor, no se escuchaba ruido proveniente de alguna parte. Una presencia que —con silueta humana apenas reconocible— parecía haber salido de la nada se dirigía hacia él.
         Atónito y algo temeroso comenzó a correr...  pero en un instante se dio cuenta que no había sensación de peligro; en vez de eso, lo invadió la curiosidad. Corrió nuevamente, esta vez en dirección de esa silueta. Algo le impedía aproximarse de la forma que él quisiera, apenas y pudo caminar, sentía como si estuviera cruzando un río donde la corriente hace que sea difícil avanzar. Se detuvo. ¿Qué es lo que está pasando? —le peguntó con voz recia para ser escuchado, pero no hubo ninguna respuesta.
         Se dio media vuelta para tratar de distinguir a  alguna otra persona cerca, pero todo seguía desierto. Se volvió para volver a preguntar, pero esa silueta ya no estaba y, de un momento a otro todo lo que estaba percibiendo desapareció.

***

Lo despertó su alarma. 6:30 a.m.
         — Ya veo, un sueño. —fue el primer pensamiento que tuvo después de abrir los ojos.
         Comenzó sus actividades rutinarias obligatorias: se bañó, se vistió, medio desayunó un pedazo de pan de elote y lo dejó sobre el comedor; se colgó la mochila al hombro derecho, tomó sus llaves y salió de su departamento. Era un miércoles, 27 de enero, justo como en su sueño.
         ¿Qué habrá podido ser esa extraña presencia? —se preguntaba una y otra vez mientras caminaba, cuando de un momento a otro comenzó a cantar en su mente el Caminito de la escuela... tardó unos segundos en darse cuenta de lo que estaba pasando, imprimiendo en su cara una inmediata expresión de temor.
         ¿Qué? —se dijo sorprendido. Sólo decidió no hacer lo que recordaba y siguió avanzando. Notó repentinas anomalías. Por mencionar algunas: amanecía por el oeste, no era la estación del año que correspondía, los pájaros no volaban,  sino que revoloteaban murciélagos.
         Llegó a la escuela. Cuando pasó el portón, este se cerró de manera ipso-facta y violenta. Comenzó a sentir miedo de verdad. Se dirigió a los otros accesos del plantel, pero todos estaban cerrados también. ¿Qué era esto?, ¿era tal vez una señal de que algo estaba por suceder y que ya no habría marcha atrás?
         Pareciese como si todo y nada sucediese a la vez, estaba muy confundido, ¿podría tener eso algún sentido? lo único que vagaba en su mente era la sensación de angustia, miedo, atracción y curiosidad por querer saber qué era todo eso.
         El día transcurrió sin retrasos, ni retardos, el resto del día fue absolutamente normal, y conforme pasaban las horas, ese vívido recuerdo no se iba de su cabeza, la duda de la existencia de una entidad como esa y todas las anomalías crecía a cada segundo que transcurría.
         Mientras regresaba a su departamento, volvió a sentir algo parecido a lo de la mañana… sólo que esta vez, sintió una especie de fuerza centrífuga que lo mareaba. Cuando recuperó la lucidez, estaba botado entre las abundantes hojas y ramas de un gran arbusto.  Sentía un enorme letargo. ¿¡Por qué estoy de esta forma!? —Exclamó a sí mismo cuando se vio sobre la planta.
         Cuando llegó, en vez de prender las luces, solamente se dirigió con prisa hacia su habitación y se encerró. En vez de hacer la tarea, botó su mochila en un rincón, instaló y encendió su consola de videojuegos Playstation 3 e insertó un disco que él mismo había quemado, este contenía varios roms y música de su gusto. Jugó durante un rato tratando de no pensar en lo que había vivido por la mañana, pero sentía que sus pensamientos eran cada vez más ruidosos. Quitó el rom de Pac-Man World y colocó su lista de Heavy Metal a todo volumen, esperando que la música fuera más ruidosa que las voces en su cabeza. Dibujó por horas mientras la música seguía reproduciéndose.
         Dio la media noche, le dio sueño. Cuando quitó la música, se dio cuenta que afuera estaba lloviendo. Se bañó, alistó todo para el próximo día y se tiró en la cama… viajó rápidamente a Morfía.
         Aún en sus sueños podía estar consciente de lo que estaba sucediendo. Sabía que estaba dormido y que estaba  soñando. Había aprendido de alguna manera a controlar el mundo astral de su mente, disfrutaba tanto los sueños lucidos porque podía hacer todo lo que quisiera, podía hacer y deshacer todo a su voluntad.
         Vio entonces frente de sí la misma silueta de la mañana y, de nuevo era indistinguible si era un hombre o una mujer. Lo invadió una vez más la sensación ardiente de la mañana, esta vez acompañada de algún tipo de borrosa premonición que no logró interpretar. Cortó el sueño y abrió los ojos de nuevo.
         3:47 a.m. Pasó horas dando vueltas de un lado a otro entre las sábanas de la cama, preguntándose lo mismo una y otra vez, tratando de darse respuestas o por lo menos hipótesis convincentes: ¿Qué era?, ¿qué quería?, ¿por qué conmigo?

         Al final de toda esa actividad mental volvió a inducirse el sueño, pero esta vez, procurando quedar profundamente dormido.

Hacia la infinidad

Hacia la infinidad es una historia que hace años comencé a escribir, de vez en cuando agarraba mi archivo y me ponía a imaginar, a escribir. Espero guste :)
-Amauri Ruiz

SINOPSIS

El joven Leonardo Martínez lleva una nada interesante. Gracias a un misterioso acontecimiento, conoce a una chica que rápidamente se vuelve cercana a él y comienzan, junto a sus pocos amigos, a descubrir secretos de su pasado y a crear marcantes recuerdos. Sin embargo, habrá situaciones a las que se tendrán que enfrentar por primera vez y tratarán de dar respuesta a un gran enigma.