domingo, 19 de marzo de 2017

3. Excentricidades

Despertó antes de que sonara su alarma. Se había pasado toda la primera semana de ocioso. Viernes, 29 de enero. Los rayos del sol que se colaban entre las persianas de la ventana caían directamente sobre su rostro. Se había despertado sintiéndose mucho mejor... pareciese como si todo hubiese sido sólo un mal sueño. Comenzó su rutina nuevamente y corrió camino a la escuela.
         Se percató que era otro día ordinario, ahora estaba casi seguro que el recuerdo de esa entidad había sido sólo un sueño.
Al llegar, se dio cuenta que era mucho más temprano de lo que pensaba; casi no había alumnos, ni siquiera los profesores habían llegado. Se dirigió a su salón de clases. Al entrar y encender la luz, pudo apreciar que todos los pupitres estaban vacíos, a excepción de uno. ¿Quién habría llegado antes que él?
         Ese pupitre tenía encima una mochila color púrpura con algunos accesorios muy peculiares, obviamente era la pertenencia de una muchacha, pero ninguna compañera suya tenía un estilo como ese. Supuso que a alguna de ellas le dio por cambiar su estilo o algo así.
         En lo que todos llegaban, esos treinta minutos antes de empezar las clases se tornaron en la espera más aburrida... pensó en fugarse para ir a jugar videojuegos en las maquinitas en alguna de las tiendas de los alrededores, pero… recordó que no hay tiendas abiertas a las 6:40 de la mañana… y honestamente tampoco tenía tantas ganas.
         Estaba por quedarse dormido, pero lo despertó una sensación de abandono y un susto al darse cuenta de que en vez de que las manecillas del reloj de la pared avanzaran, ¡retrocedían! y al cual retrocedía el tiempo en el reloj, iban llegando compañeros y se iban otros. Era como la escena de una película, el tiempo de ellos era muy rápido, entraban y salían como fantasmas incapaces de darse cuenta que él estaba ahí sentado. Llegó el momento en que el tiempo se congeló de nuevo por completo... el universo cambió de color. Vio una silueta merodeando afuera a través del cristal de la ventana, era de nuevo una silueta humana que en cierto punto se detuvo y se quedó inmóvil por unos instantes. Quedó paralizado, la misma sensación del fuego en su sangre le recorría de pies a cabeza.
         Cuando apreció que el individuo afuera se iba, sintió el impulso de pararse y encarar a quien quiera que estuviese afuera y comenzar a resolver tal enigma, pero por otra parte se decía que era arriesgado, que no sabía con quién o con qué se iba a topar afuera y que todo podría acabar mal.
         Al fin se decidió, saltó de su asiento y corrió desesperadamente hacia la puerta para abrirla.
         — ¡Espera! —gritó, pero la forma ya no estaba.
         Abrió sus ojos, como si recién despertara de un sueño, pero se encontraba recostado sobre su pupitre —no recordaba haberse dormido nunca. Al parecer la clase ya había comenzado, y su profesora estaba llamándole la atención. Podía sentir la mirada pesada de todos... al parecer nadie se percató de la presencia del ente, mucho menos de su ausencia; había desaparecido así como así junto con la tan curiosa mochila. ¿Tienen alguna relación esa mochila y todo lo que está sucediendo?
         El resto del día fue agotador para él, pues se impartió clase de educación física y cálculo. Llegó a casa muy cansado.
         — Demonios… no quiero hacer nada.
         Se puso a ver la tv, y aprovechando que era viernes, se desveló viendo programas estúpidos.
         Se fue a dormir sin cambiarse de ropa. Tuvo un sueño. Estaba él frente a un coche negro, no parecía de metal,  sino de un material semi-translúcido, parecía que estaba hecho de agua o de plasma. Tomó la palanca de una de sus puertas —le sorprendió que las cosas materiales fueran tangibles— y entró. Dentro de este vio a una muchacha, estaba acurrucada en el rincón del otro extremo del asiento trasero, dándole la espalda. Esto le intrigó, pero también le dio miedo, no sabía si atreverse a hablarle o irse.    
         Ya no sabía si iba a acceder seguido a ese extraño mundo hasta en sus sueños, si se trataba de alguna otra dimensión o si estaban manifestándose las consecuencias de los golpes que sufrió la vez que lo atropellaron con una bicicleta cuando era un niño pequeño. Suspiró. De pronto sintió una mirada sobre él… lentamente volteó. Vio unos ojos, unos ojos verdes con enorme brillo interior. Sin embargo, ella le causaba una inefable sensación de temor. Impulsivamente salió del auto y corrió... corrió como si su vida dependiera de ello… se escondió en la oscuridad y aparente seguridad de un callejón.
         Se dio cuenta que huía de todo y de nada. ¿Esa chica me provocó el mismo temor que la extraña entidad? —ahora todo en su cabeza daba vueltas, nada parecía estar en su lugar.

***

Despertó acelerado, sudando frío, jadeando. ¿Qué era esto? eran las 4 de la mañana; apenas y había dormido al menos 120 minutos. De nuevo, fue todo un sueño.
         Las cosas parecían desencajar y revolver todo lo que era parte de su conocimiento. ¿Quién era?, ¿qué hacía aquí?, ¿qué papel jugaba en mi vida? —balbuceaba, la duda del propósito de su existencia era cada vez mayor. ¿Qué era todo esto?
         No pudo seguir durmiendo esa noche... al fin y al cabo el viernes ya se había terminado. Fue al refrigerador, tomó la leche, el chocolate, helado, todo lo que pudiera comer y pasó el resto de la madrugada sentado frente a la televisión encendida hasta que volvió a quedarse dormido. Amaneció con un terrible dolor de estómago, tenía diarrea y comenzó a vomitar mucho, sin embargo los pensamientos no se habían ido.
         El recuerdo de esa chica, de la mochila y de la entidad seguían en él y le hacían sentir extraño. ¿¡Pero quiénes... o qué rayos eran!? —se repetía buscando respuestas.

Cuando se sintió mejor, quiso salir a tomar un poco de aire fresco para despejar su mente. Se abrigó bien, y salió a caminar, disfrutando de un sábado muy fresco.

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