jueves, 29 de junio de 2017

4. Preámbulo

La chica anhelaba tanto querer a alguien más. Deseaba con todas sus fuerzas alguien que estuviera con ella, que la escuchara, la aconsejara, alguien que la confortara, que la comprendiera… alguien a quien ella pudiera querer y que le quisiera de igual manera. Alguien que le dijera “no te rindas”. Deseaba encontrar a alguien así, pues nunca había recibido esa atención y cariño de su familia.
         La chica se iba a dormir siempre con hartas ganas de que algo así pasara. Ella también podía sentir cómo entraba en otro plano, dejando su cuerpo físico atrás. Al parecer sus ganas de abandonar la realidad la habían hecho lograr esto varias veces.
         Esta última vez, cuando se vio en este tipo de realidad alterna, quiso perderse en ella. Vagó por entre las calles desiertas de la ciudad repletas de espesa niebla. Recordó los sucesos de las últimas veces que se desdobló: creyó haber escuchado algo, o a alguien.
         Siempre había creído que estaba sola hasta la primera vez escuchó algo en una calle. La segunda vez fue en el pasillo de un edificio de la escuela preparatoria a la que próximamente asistiría. Esto le dio un motivo para aprovechar su estadía en ese lugar: curiosidad.
         Por horas vagó las calles en silencio y con cautela, como lo había hecho una y otra vez hasta ahora en la vida real. Tenía la intención de encontrar, de averiguar si existía algo o alguien más en ese lugar.
             ¿Hay alguien que pueda oírme? —gritó.
         Su eco llenaba el vacío del espacio-tiempo. Después de un rato, se cansó de caminar. Frente a ella pudo distinguir un objeto, parecía un vehículo. Cuando se acercó para verificar, vio que efectivamente se trataba de un automóvil. Con su mano abrió una de las puertas traseras y entró en él. No tenía seguro… ¿Qué estoy haciendo? Quién lo diría… es aburrido estar igual de sola siempre. —se acurrucó en el asiento y cerró los ojos, como si estuviera preparándose para dormir.
         Si alguna persona pudiera verla, diría que proyecta cierta pena, pero también ternura.
         Estuvo así durante varios minutos hasta que escuchó que la puerta se abrió. Cuando volteó su mirada pudo ver a un muchacho. Lo miró detenidamente sin mover su cabeza, parecía estudiarlo, como se estudia a un espécimen de una especie extraña. Cuando él se dio cuenta que era observado, se asustó y salió huyendo.
         — ¡Espera! —le gritó ella mientras apresuradamente salía del coche, pero él ya iba bastante lejos como para escucharla. Trató de alcanzarlo, pero le perdió el rastro.
         ¿Podría acaso esto significar… el comienzo de algo?, ¿será posible que…? —se dijo a sí misma. Esbozó una leve sonrisa hacia el horizonte al pensar que, de alguna manera, ya no estaría del todo sola en ese otro mundo. 

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