jueves, 6 de julio de 2017

6. Nuevo ingreso

El sábado fue muy extraño para él, todo domingo no pasó nada. Por ese único día, su vida pareciera haber vuelto a ser normal, todo, absolutamente todo regresaba a su lugar y no oscilaba entre mundos.
         Pero el domingo se había terminado. ¡De regreso a la escuela! Era lunes, 1 de febrero. Era uno de esos extraños días en los que hasta gusto le daba ir.
          Desde que llegó, el compañero que se sentaba detrás de él le dijo que se habían propagado rumores de que una muchacha nueva iba a comenzar a estudiar con ellos, y que podría ser posible que fuese desde ese mismo día.
         Muchos esperaban, estaban ansiosos por conocer a la nueva estudiante extra temporánea; su idealización era que fuera una chica bonita, carismática, inteligente, amable y con una muy buena figura; el tipo de chica ideal de los trovadores enamoradizos, idealistas de grandes utopías.
         A él en lo personal no le interesaba, estaba disfrutando de su día sin anomalías. Y así fue hasta que por fin llegó. Cuando la vio entrar, sus ojos incrédulos casi se salen de sus cuencas: era esa chica.
         Estaba tan impactado que sus sentidos no percibieron nada en el instante en que le hicieron presentarse ante el grupo. No escuchó su nombre.
         Le asignaron un lugar a la derecha del muchacho. Se acercó y tomó asiento.  
         Un rato después se dio cuenta de que lo miraba de reojo, discretamente... era la misma mirada curiosa de la ocasión del coche, pero esta vez… parecía como si fuera la primera vez que lo veía, su mirada era determinada, como tratando de descifrar el misterio de su existencia.
         Into the black you are tracing the riddle where no man’s been, no turning back, no more lost in the middle... Eran las líneas que canturreaba fingiendo no importarle su presencia. Era una canción que sentía que describía muy bien la situación en la que se encontraba.
         Volvió a estar muy tenso, quería sacar de su cabeza las cosas extrañas que ella le estaba haciendo recordar, quería cazar y desechar esas ilusiones. Quería ignorarla, sentía miedo, quería irse… pero también sentía una enorme y excitante curiosidad.
         Ni ella ni él salieron durante el receso, se quedaron sentados en sus lugares. Su cabeza tenía ya demasiadas cosas dentro y en una fuga de ideas, volteó hacia ella y le dijo en tono irónico:
         — Tú y yo ya nos habíamos conocido hace días, ¿verdad?, no hay necesidad de que yo me presente.
         Ella lo miraba con enormes y brillantes ojos, parpadeó varias veces como para comprender lo que trataba de decir.
         ¡Demonios! pensó. Si él realmente estaba loco, tal vez todo había sido un sueño y ahora había quedado mal frente a esta nueva alumna. Se sintió un idiota, su cara lo delató. 
         — Es cierto... te conozco, creí que me habías olvidado —o creído que no existía— no hay razón para fingir que no nos hemos visto antes, ¿no es así? —le respondió sonriendo.
         Se quedó aún más intrigado de lo que ya estaba, no sabía si tomarlo como una ofensa, si le estaba siguiendo el juego o si lo decía en serio. Sólo podía mirarla como un tonto, intentando comprender lo que dijo. Un juego de ajedrez que probablemente había comenzado con un movimiento erróneo.
         Se quedó en la escuela después de terminadas las clases. Quería librarse del estrés y no llegar pronto a casa, eran las cuatro de la tarde y el cielo anaranjado brindaba calidez. Era todo un vago, se fue a meter a un salón desocupado. Estuvo un buen rato ahí solo, perdiendo el tiempo mal sentado en un pupitre y con los pies sobre otro.
         Un rato después ella entró al aula... ¿qué hacía ella aún en la escuela a esa hora? Pareciera que quería decirle algo. Se quedaron mirándose durante unos cuantos segundos, ella al final le dijo: hablemos luego. Se fue apresuradamente.
         Esa chica, esos hechos le eran todo un misterio.
         El día rápidamente se tornó gris, frio, tormentoso; él estaba paralizado por el cambio repentino de temperatura, ya no quería seguir ahí. Como pudo intentó levantarse para caminar a casa, pero a medio camino cayó de rodillas en los charcos de lodo formados por la lluvia. Se quedó hincado ahí unos instantes con la cabeza baja, ya no sabía qué pensar, qué creer ni qué hacer. Era realmente una molestia pensar que ahora se fuera a enfermar. Se conocía muy bien, se pone terrible cuando hay cambios bruscos de temperatura. Sin embargo ahora tenía una pregunta que no podía contestar: el porqué de la existencia de ella y su camino cruzado con el suyo.
         Llegó a su casa empapado. Tomó un baño, se puso ropa limpia, la lluvia ya había cesado.

***
La tarde transcurrió y dejó atrás un fuerte bochorno. Era una tarde muy solitaria que pronto tornaría en noche. Afuera no pasaba nada. Todos se dedican a terminar una monótona rutina doméstica o laboral, tal vez con intenciones románticas fracasadas o relaciones rotas. En cambio él se siente deseoso de salir a perderse, caminar un rato sin rumbo para dejar sus problemas olvidados en las calles de la pronto resplandeciente ciudad.
         Sentía la necesidad de comunicar aquello que le había sucedido, pero no sabía quién podría escucharlo sin criticarlo o creer que estaba consumiendo algún tipo de droga… su mejor amigo estaba muy ocupado últimamente y con metas personales en proceso de cumplirse. Entonces rápidamente pensó en su madre.
         Su madre era la única familia que tenía para apoyarse. Su nombre era Adelaida. Una mujer jovial de 47 años, poseedora de gran carisma, muy inteligente, intuitiva, cariñosa, muy sensible pero alegre y determinada ante toda adversidad. Chaparrita, su pelo teñido de castaño claro le llegaba a la espalda alta, de voz suave pero fuerte, la cual podría reconocer entre todas las mujeres del mundo.
         El pensamiento brincó de su madre a su padre. Se llamaba Ángel. Él murió en una explosión de gas que hubo cerca de donde trabajaba cuando Leo era un niño pequeño. Su madre dice que él siempre dio lo mejor por ellos en la medida que le fue posible, aunque nunca soportó ni pudo corregir el mal comportamiento de su hermano.
         Su hermano mayor… su nombre era Roberto. Nunca se llevaron bien… tenía varios recuerdos sobre incidentes en los que su hermano le había hecho daño, que sobresalían de lo normal, iban más allá de alguna travesura inocente. No se sentía orgulloso de que la manía de ser un vago fuera por causa suya, ni de que hubiera sido condenado a cadena perpetua por un cargo de homicidio, violación… pedofilia y robo menor a un centro comercial Wall-Mart. Al menos pudo hacer algo bien: compró un departamento durante el tiempo que trató de enderezarse. Pero cuando fue privado de su libertad, Leonardo quiso ocuparlo.
         Roberto honestamente era un idiota.

         Regresando al pensamiento inicial, tenía muchas ganas de contarle todo a su madre, sobre todo el último incidente: Ella había comenzado a estudiar ese mismo día en su escuela… en su grado… en su área… en su salón.

jueves, 29 de junio de 2017

5. El comienzo

La tensión que ella generaba crecía mientras el sábado avanzaba. Ella ya era la mayoría de sus pensamientos.
         ¿Cómo se supone que me la sacaré de la cabeza? Ella podría estar relacionada con la entidad o ser esa entidad, ese espectro que me acecha, que me sigue curioso a cada paso que doy… —sacaba sus conclusiones. Tal vez su existencia revolucionaría la suya.
         Se encontraba jugando un videojuego, su departamento era un desastre, pero no quería ponerse a limpiar durante una tarde gris de otro frío viernes. Después de un largo rato sin lograr pasar de nivel, comenzó a sentir hambre. Su apatía había llegado a un nuevo límite, mandó todo a la porra.
         — El hambre es canija, pero más quien se la aguanta… pero yo no lo soy. —Dijo mientras iba a la cocina. Hubo un momento en el que miró el reloj y justo antes de poder leer la hora, sintió que el tiempo de nuevo se detuvo. Se sintió mareado… al recuperarse del momentáneo mareo, quiso volver, pero lo que vio lo dejó helado… vio a alguien tirado en el piso frente a él, como su hubiera sido víctima de un desmayo… se vio a sí mismo.
         Tembló de miedo cuando el timbre de su casa sonó. Estaba de verdad aterrado, sólo podía pensar que esta vez probablemente estaba muerto.
         Fue a tratar de abrir la puerta. ¿Será que soy un fantasma?, ¿de esos que hablan esos programas de cosas paranormales? —pensaba. Para su sorpresa no vio a nadie. Cerró. Estaba tan pasmado, nunca se había planteado estar así, no sabía cómo reaccionar a esa situación. Caminó hacia donde estaba su cuerpo tirado, pero este ya no estaba. Esto hizo estremecer hasta lo más recóndito de su ser, dejó salir el grito de desesperación que desde minutos atrás estaba tratando de contener.
         La puerta volvió a ser tocada, esta vez repetidas veces y más fuerte
         Lentamente controló su extrema ansiedad y caminó hasta la puerta para volver a abrir
         No podía creer lo que veía… tenía frente a él a la chica que había visto en sus sueño, durante su última estadía en ese mundo en el coche. Se aterró tanto como jamás lo había estado en su vida, tanto que le hizo verdaderamente perder la calma, romper una ventana y saltar... Se golpeó en la cabeza, milagrosamente no quedó inconsciente.
         Corrió y corrió como pudo, aguantando la palpitante sensación de dolor en su cabeza por entre las calles que estaban de nuevo vacías. Sentía sus piernas entumecidas, el cuerpo pesado, sentía que no avanzaba. Creyó que se desmayaría del dolor.
         Llegó a un pequeño establecimiento en la esquina de una cuadra, una tienda de convivencia. No había nadie.
         No recorrió gran distancia, sin embargo ya no sabía en dónde se encontraba.  
         Cuando creyó poder estar más tranquilo, se recargó en un estante para intentar terminar de recuperar el aliento, el sudor le rodeaba la cara, sentía los latidos de su corazón en todo su cuerpo.
         Se dio cuenta que un poco de sangre goteaba de su cabeza. ¿Fue cuando caí? Debe ser la razón por la que siento que mi condición se entorpece —dijo casi sin lograr articular las palabras.
         ¿Quién?, ¿quién es la persona que estuvo en mi casa?, ¿qué es lo que quiere?, ¿Por qué estaba ahí?, vaya, creo me estoy volviendo loco, ¡loco! —Fue lo último que pensó antes de acabarse su energía y todo oscureciera.

***

Despertó. Tenía una venda en la cabeza, escuchaba gotas caer en un recipiente. Estaba en un hospital. Todos los demás pacientes lo miraban.
         Definitivamente nada de esto es normal, ¿quién me trajo al hospital?, ¿fue real lo que viví antes de perder el conocimiento?... ¿¡Es todo esto real!? —Palpó su cabeza en busca de dolor, de rastros de sangre, pero no encontró evidencia de lo vivido en el otro mundo.
         Pasadas unas horas, él se encontraba todo pensativo en la cama... todo estaba en silencio. Miraba avanzar las manecillas de un gran reloj colgado en la pared que estaba frente a él, se percató que a su lado, en un recipiente de cristal, había una flor.
         Una mujer mayor, paciente también, lo miraba desde la cama de al lado, tenía una sonrisa en su rostro.
         — Eres un jovencito afortunado —le dijo sonriente.
         — No entiendo… ¿qué es lo que quiere decir?
         — Es bueno que haya alguien que se preocupe tanto por ti. Aunque lo ideal hubiese sido que algún familiar tuyo te haya traído.
         — ¿Qué está diciendo?
         — Que tienes a alguien que está para apoyarte en todo momento… y fue quien te trajo aquí.
         Eso si no se lo esperaba, ¿quién lo habría llevado al hospital, si no fuese su madre?
         Entró una enfermera:
         — Martínez Leonardo Saavedra, ya llegó su responsable, por favor espere un momento.
         Unos segundos después apareció por la puerta esa chica que varias ocasiones había estado viendo en sus sueños o alucinaciones.
         — Buenos días —saludó.
         Sus ojos estaban bien abiertos, ahora ya no tenía dudas, era ella a quien había visto en otro plano, era ella quien le causaba tanto temor, quien casi lo mata de un susto.
         Se sentó en un banco al lado de Leonardo.
         — No te asustes, no voy a hacerte daño —le dijo de forma jovial.
         — Lamento que haya tenido que suceder así… realmente nunca tuve la intención de matarte del miedo.
         No pudo evitar sentir aún más miedo. Con el limitado movimiento de sus brazos trató de zafarse para salir de allí, pero ella lo detuvo poniendo sus manos sobre sus hombros.
         — Oye, tranquilo, yo sé que tienes muchas preguntas, y que tal vez no entiendas nada de lo que sucede pero… de momento no hagas el ridículo otra vez niño.
         Definitivamente era ella.
         Comenzó a invadirlo la angustia, ella lo notó rápidamente.
         — Escucha…no sientas miedo hacia mí… bueno, es normal que estés así después de todo… ya habrá tiempo de hablar, muchacho. —le sonrió.
         Era la primera vez que veía una sonrisa como esa, tan extrañamente relajante. Esto lo quiso hacer creer que no era una mala persona –o lo que sea que fuese— o al menos lo intentó, pero… ¿cómo saberlo, si ni la conocía?  Ella siguió sonriéndole cálidamente mientras trataba de entablar una conversación para generar confianza —en la que él no cooperaba— y luego, cuando finalizó el tiempo de visitas, se marchó.
         Una vez más el silencio, el silencio reinó en el cuarto de hospital.


         ¿Cómo es que me ha encontrado?, ¿por qué existe dentro y fuera de aquél lugar?, ¿quién es ella?, ¿todo lo vivido en ese lugar es real?, ¿o no?, ¿es ella la prueba de ello?, necesito ayuda… —recitaba lo mismo una y otra vez de la manera en que un cotorro repite las frases que le fueron enseñadas por sus dueños. Pasadas unas cuantas horas, por fin quedó dormido.

4. Preámbulo

La chica anhelaba tanto querer a alguien más. Deseaba con todas sus fuerzas alguien que estuviera con ella, que la escuchara, la aconsejara, alguien que la confortara, que la comprendiera… alguien a quien ella pudiera querer y que le quisiera de igual manera. Alguien que le dijera “no te rindas”. Deseaba encontrar a alguien así, pues nunca había recibido esa atención y cariño de su familia.
         La chica se iba a dormir siempre con hartas ganas de que algo así pasara. Ella también podía sentir cómo entraba en otro plano, dejando su cuerpo físico atrás. Al parecer sus ganas de abandonar la realidad la habían hecho lograr esto varias veces.
         Esta última vez, cuando se vio en este tipo de realidad alterna, quiso perderse en ella. Vagó por entre las calles desiertas de la ciudad repletas de espesa niebla. Recordó los sucesos de las últimas veces que se desdobló: creyó haber escuchado algo, o a alguien.
         Siempre había creído que estaba sola hasta la primera vez escuchó algo en una calle. La segunda vez fue en el pasillo de un edificio de la escuela preparatoria a la que próximamente asistiría. Esto le dio un motivo para aprovechar su estadía en ese lugar: curiosidad.
         Por horas vagó las calles en silencio y con cautela, como lo había hecho una y otra vez hasta ahora en la vida real. Tenía la intención de encontrar, de averiguar si existía algo o alguien más en ese lugar.
             ¿Hay alguien que pueda oírme? —gritó.
         Su eco llenaba el vacío del espacio-tiempo. Después de un rato, se cansó de caminar. Frente a ella pudo distinguir un objeto, parecía un vehículo. Cuando se acercó para verificar, vio que efectivamente se trataba de un automóvil. Con su mano abrió una de las puertas traseras y entró en él. No tenía seguro… ¿Qué estoy haciendo? Quién lo diría… es aburrido estar igual de sola siempre. —se acurrucó en el asiento y cerró los ojos, como si estuviera preparándose para dormir.
         Si alguna persona pudiera verla, diría que proyecta cierta pena, pero también ternura.
         Estuvo así durante varios minutos hasta que escuchó que la puerta se abrió. Cuando volteó su mirada pudo ver a un muchacho. Lo miró detenidamente sin mover su cabeza, parecía estudiarlo, como se estudia a un espécimen de una especie extraña. Cuando él se dio cuenta que era observado, se asustó y salió huyendo.
         — ¡Espera! —le gritó ella mientras apresuradamente salía del coche, pero él ya iba bastante lejos como para escucharla. Trató de alcanzarlo, pero le perdió el rastro.
         ¿Podría acaso esto significar… el comienzo de algo?, ¿será posible que…? —se dijo a sí misma. Esbozó una leve sonrisa hacia el horizonte al pensar que, de alguna manera, ya no estaría del todo sola en ese otro mundo. 

miércoles, 28 de junio de 2017

Base de batería metal 190 bpm

Buenas tardes gente metalera, aquí les dejo una base de batería creada por mí, espero pueda servirles para lo que ustedes quieran.